Todos los textos que se muestran en este blog son originales, y creados por Daniel Montes, administrador y creador del blog. Si ves cualquiera de estos relatos o textos en otra página que no sea esta, NO pertenecen a esa persona, y significa que han sido copiados.
Si te enteras de que alguien está usando los textos de este blog como si fueran de su propiedad, te ruego que me lo notifiques para tomar las medidas oportunas. ¡Gracias!

lunes, 31 de mayo de 2010

Tus perfidias

Hiciste de mí un hombre maltratado. "Te quiero", me decías, y yo te creí.
Fuiste mi ilusión, y te ayudé a superar tus miedos y la frialdad que te caracterizaba, y tú me mentías con toda la poca vergüenza del mundo durante más de un mes.

Ahora pretendes acallar las voces de tu propia hipocresía autoinsultándote, y haciéndome creer que ya se acabaron las mentiras. Pero si ya me mentiste con algo tan importante para mí... ¿qué no harás con otras nimiedades?¿por qué te atreves a decirme "te quiero" cuando no haces otra cosa que avasallarme?

Has tenido la poca vergüenza de mentirme en la puta cara cuando incluso ya te había pillado, y me pedías que te creyera. Llorando me pedías que te creyera. Y encima jurabas por tu veracidad, como un perro que sólo quiere comer, y no le importa morder cualquier tobillo o gruñir a cualquier persona por conseguir un miserable e ínfimo bocado.

Lloraba, y te pedía la verdad. "la verdad te estoy diciendo ¿Por qué no me crees?" te atrevías a preguntar, valiente tartufa. Con cinismo e hipocresía intentaste calar en mí, y casi me convenzo de tu mentira, pero ahora sé como eres, y puedo jurar que no volveré a sufrir por tí.

Te quiero, si, pero del odio al amor hay una barrera finísima, y tú estás a punto de hacer que cruce esa línea. En la mentira se basa esta relación. La espada de Damocles pende sobre tu cabeza y las mentiras son la crín del caballo que sujeta ese peligroso arma.
Te fías de mi buena fé, y de mi buena persona, pero todo tiene un límite, y cuando reboses ese límite ya no habrá más perdones, sino odio y desprecio hacia tí, porque te lo habrás buscado tú sola, ya que ganártelo ya te lo has ganado.

Llorabas preguntándome el por qué de mi incredibilidad, y mientras sabías que estabas mintiéndome, y te daba igual. Te pedí que lo juraras por tu madre, y lo hiciste, y mientras sabías que estabas mintiéndome.
Descubrí tu horrible y miserable mentira y con la verdad delante de los ojos te atrevías a negarlo, aún así.

Piensa bien cómo me has traado. Piensa bien cómo vas a tratarme, porque no pienso volver a sufrir por tí.

Te quiero. Procura no volver a hacer que eso cambie, porque será la última vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario