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sábado, 30 de octubre de 2010

Mis dos amigos.

Me encantan las noches de fiesta, por eso tengo dos amigos con los que salgo todos los fines de semana.
Dejé a mi otro grupo de amigos por ellos, ya que no comprendían el significado de una acérrima y sincera amistad, y además, mis nuevos amigos saben escucharme mil veces mejor. Me daban calor cuando tenía frío, alegría cuando cundía la tristeza, atisbos de libertad cuando me sentía presa de la desesperación.

Salí con ellos este sábado, y todo iba genial. No eran ni las siete de la tarde y ya estaba con ellos. Me trataban genial, me daban mucha alegría y diversión. Cuando estaba con ellos apenas podía parar de sonreír, sin saber que mis sonrisas no eran sinceras.
A la fiesta se unieron unos cuantos amigos más, completamente diferentes a los que me acompañaban desde el principio, pero me parecían inaguantables. Lo que tal vez no supiera es que en realidad era yo el que les aprecía insoportable a ellos.
- Por favor, déjalos ya, no te merece la pena, vente con nosotros - Decían ellos casi al unísono. Pero me dio igual, había elegido la amistad de mis dos nuevos amigos, y pretendía llevarla hasta el final.

Nos fuimos solos por la zona de fiesta, y pasamos largo rato sentados en un bordillo de la acera, observando pasar a toda la gente que se divertía y que bailaba. La noche y el ambiente estaban realmente animados, y todavía quedaba muchísima penumbra nocturna por delante.

Hasta que, por pura necesidad, llamé a mis amigos, pero no acudieron. Les llamé incansable, pues apenas me había enterado de que se habían ido. Me desesperé como un auténtico loco buscándoles por todas partes, pero no aparecían. "Estamos aquí, ven a por nosotros". Una voz con eco retumbaba en mi cabeza como un taladro, y no sabía de dónde venía.
La cabeza me empezó a dar vueltas, observé que no llevaba zapatos, y volví a llamar a mis amigos.
"No nos dejes, por favor, estamos aquí".
Sentía la horrorosa necesidad de estar con ellos. Quería abrazarles, sentirles cerca, pero no aparecían. Vomité.
"Sólo tienes que buscarnos, estamos aquí". Nadie, no aparecía nadie.

Acabé tumbado en un portal, junto con un par de personas más que vestían harapos y ropa muy sucia. ¿serían ellos mis amigos?. No, no eran ellos, pero decían haberles visto, lo decían riéndose y me pareció muy siniestro. Al menos a mi ya deteriorada capacidad de razonamiento.

¿Dónde están mis dos amigos? Johnny Walker, y Jack Daniel's. ¿Dónde están? ¿Por qué tuve que cambiarlos por los de verdad?
Cuantísimo me arrepiento.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho la teoría sobre la amistad con Jack Daniel's y el señor Walker, en algún momento del pasado compartí tu amistad con Jack D.
    un placer seguir to blog.

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  2. Menuda basura, amigo. Tus textos actuales tienen un uso mil veces mejor de los recursos literarios y un mensaje mucho más profundo con pie a reflexión.

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