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lunes, 22 de noviembre de 2010

Bonito reencuentro.

El tren llegaría a las 11 y media de la mañana. Ambos estaban muy ilusionados, pues íban a verse por fin después de 3 meses, que parecieron años.
Cloe miraba el campo a través de la ventana del tren. Un campo primaveral, humedecido por el rocío matutino que brillaba en la hierba. Abstraído por sus pensamientos, algo vibró en su bolsillo y le quitó el ensimismamiento: Era su novio, que ya estaba en la estación de tren, al pie de la vía, esperándole.
Una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en su rostro.

Jale aguardaba en la estación con las manos en los bolsillos. Todavía era demasiado pronto, pero no podía esperar; quería estar con ella ya. Su relación era una relación normal y corriente, con todos los altibajos típicos de una pareja de adolescentes. Cierto es que tuvieron alguna época tormentosa, donde las mentiras, los engaños, y el ocultamiento de la verdad hicieron verdaderos estragos, y las cosas tardaron mucho en solucionarse.
Pero como siempre decía Jale, las cosas siempre se solucionan, aunque no seas tú el que le ponga solución. Y ahora estaban en la edad de oro de su pareja, tan felices y tan enamorados.

Cloe llevaba encima de sus rodillas su equipaje, todo en su totalidad. Sólo era una mochila roja bastante grande, pero no dejaba de ser una mochila. El motivo por el que no había llevado maleta es porque sólo pasaría allí unos días, y no era necesario tanto armatoste para dicha empresa. En la mochila sólo había ropa limpia, un teléfono móvil, las llaves de su casa y la documentación.
Cloe guardó el móvil de nuevo en el bolsillo pequeño de su mochila, y se puso a pensar.
Pensaba en Jale, y en que ya quedaba menos de 10 minutos para reencontrarse de nuevo, abrazarse, saborearse... Íba a lanzarse sobre él desde el mismo tren, no podía esperar más. Quería lanzarse sobre él, y parar el tiempo para quedarse abrazados, sintiendo calor humano.


Jale observó el tren en la lejanía, y no pudo evitar esbozar una mueca de felicidad, completa felicidad. Por fin íba a pasar unos días con la mujer que amaba. "Aunque sólo sean unos días, serán los mejores días de mi vida", Pensó Jale.
El tren llegó hasta su nivel, y buscó el vagón 7 para ponerse a su nivel. Observó la cara de Cloe a través del cristal, y encuanto la puerta se abrió, se lanzó sobre Jale como un mihura sobre el capote. La mochila cayó al suelo, y Jale intentó cogerla con los brazos. Cloe cayó encima del chico, y todo pasó a cámara lenta.
Cloe, se puso a horcajadas sore Jale, y Jale caía de espaldas, muy despacio.
La cara de ambos era inmutable, Jale poseía una cara de susto terrorífica, y Cloe casi lloraba de la emoción.
Nadie podía detener a la gravedad, y esta actuaba. Jale cayó al suelo, y se golpeó la espalda. Todavía, nadie era consciente de lo que estaba ocurriendo.
La nuca de Jale impactó con gran fuerza sobre el asfalto, fracturándose el cráneo. De repente, todo fue más rápido.
Cloe comenzó a besar la boca inerte de Jale, y la gente les miraba de forma muy extraña (comprensible, por otra parte).
- Vamos Jale, deja de hacer el tonto.
Dijo Cloe sonriendo. Pero Jale no se movía, estaba muerto.
Cloe le sujetó la cabeza, y notó algo pringoso mezclándose con sus dedos. Se miró las manos, y se percató del hilo de sangre que corría calle abajo.
- ¡¡Jale!!
Su voz resonaba en la lejanía, y comenzaba a nublársele la vista.
- ¡¡Jale, por favor!!
Todo se volvió blanco, ya no veía nada. No podía ver nada.
- ¡¡Jale, te amo, no te vayas!!


Desde los pasillos del manicomio, una voz acallada por el dolor atormenta a su propia dueña.

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