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martes, 4 de enero de 2011

El Sentimiento pensante.

¿Qué es lo que soy yo? Soy un microprocesador, una tarjeta gráfica, una. "Hace mucho que no voy al gimnasio, se me va a oxidar la carcasa, la caja de la torre", pensé el otro día. " me da igual", pensé inmediatamente después, y me metí otro puñado de golosinas en la boca.

¿Cuáles son mis oídos? Dos altavoces situados en una estantería delante de mis ojos, uno a cada lado, y un subwofer debajo, que hace retumbar el suelo. Unos 2.1, esos son mis oídos.

¿Cuáles son mis ojos? Una pantalla cuadrada, pequeña para las moderneces que hay ahora. Miles de millones de píxeles coloreados que iluminan mi habitación, me dejan la mente en blanco, y las horas pasan muertas.

¿Qué es mi piel? ¿Acaso soy capaz de sentir? Acaba de escurrir otra lágrima por mi mejilla, así que supongo que todavía alcanzo el rango de Persona Humana (con mayúscula), pero no "siento" a pesar de poder "sentir". Un puntero de ratón es mi tacto, una triste flecha que intenta poder tocar, abrazar, sentir calor. Todo sin éxito.

Miro mi móvil. Ninguna llamada, ningún mensaje, nada. Absolutamente nada desde hace meses. Vuelvo a mirar a la pantalla del ordenador en el que me he convertido:
¿Cuál es mi garganta, mi boca, mi lengua, mis labios, mis cuerdas vocales decrépitas y roncas con el llanto por causante? Las letras. Ellas me entienden y plasman aquí mis sentimientos. Unos dedos ágiles y furiosos aporrean el teclado transmitiendo información, victimismo, tristeza, soledad, oscuridad antisocial.

¿Qué es esta carcasa? ¿Por qué no puedo salir de aquí? Por más que intento gritar, sólo aparecen archivos de audio sin un formato definido. Intento golpearme para averiguar si estoy vivo o muerto, pero sólo salen chispas. Intento abrir los ojos, pero sólo derramo lágrimas. Ya no recuerdo el instante de mi vida en que todo cambió, y quedé recluído dentro de esta jaula de plástico y metal. Estoy encerrado, y ahora no soy capaz de sentir, pero conservo la capacidad de pensar, y pensar me hace recordar cuando sentía, y eso conlleva a un dolor agudo e intenso en lo más profundo de mi alma. ¿A qué huele? Ni idea, este olor ya es muy familiar, y hace mucho tiempo que estoy aquí como para percatarme de que existen otros olores. ¿Qué ha sido de mi cuerpo? "A este paso te vas a poner como un oso" ¿Y qué más da? Ahora vivo aquí. Mi cárcel interna.

Es en esto en lo que me he convertido, y mi propia infelicidad piensa que es felíz, pero no paro de pedir ayuda. Sólo una maldita luz al final del tunel... Pero todo está demasiado oscuro. Mi pantalla se apaga, mis altavoces explotan, el teclado y el ratón se desintegran, y sólo queda esta jaula de huesos.


¿Qué más da, si todo está en la "Red"?

2 comentarios:

  1. Absolutamente genial. El texto, como engarzas las palabras, las metáforas... Lectura àgil, clara, relato estupendo!

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  2. La verdad es que la mayoría de la gente que piensa profunda y verdaderamente, en ocasiones se siente un poco y, solo un poco, de esta manera,puede que llegue un momento en la vida de una persona, ya sea por su estilo de vida o por algún motivo ''x'' , en el que se sienta una persona ''falsa''y empieza a hacerse este tipo de preguntas, y llegue a la conclusión de que la verdad no es más falsedad que el decir ''2+2=5''

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