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lunes, 3 de octubre de 2011

Eva (7)


Entraron en casa con la fuerza de un huracán. Apenas había apartado su vista de la de Eva para conseguir encuadrar la cerradura con la llave.
La puerta hizo un ruido estruendoso cuando se abrió, chocando por el otro lado con la pared, y tirando un par de libros que descansaban sobre una estantería colocada hacia el centro del pasillo.
La puerta se vio cerrada por una patada, mientras Eva trataba de arrancar la camiseta oscura de Otto, la cual ceció con sólo un tirón.
Avanzaron besándose, jadeando y tambaleándose hacia la mitad del pasillo, torciendo después a la derecha para acabar cayendo en un sofá de tela con una funda amarilla bastante desagradable a la vista. Eva se colocó encima de Otto, el cual agarraba fuértemente sus caderas. Y mientras sus lenguas jugaban a los pequeños exploradores en la garganta de cada cual, se escuchaban sonidos de ropa haciéndose girones. Eva se había arrancado la camisa de lino que llevaba puesta, y un montón de botoncitos cayeron al suelo originando un sonido parecido al de mil cuentas derramándose por el suelo. Después consiguió despojarse del trozo de tela prácticamente inservible que una vez fue camisa.
El cuerpo de Eva, vivaz y fogoso como su cabello quedó en frente de Otto, semidesnudo y blanco como la leche.
El pelo enmarañado parecía un revoltijo de serpientes naranjas buscando alimento en su rostro. Con una sacudida de cabeza apartó el pelo que voló por el aire como una llamarada de fuego voraz para acabar, parte detrás de su espalda, y otra pequeña parte escurriéndole  por el hombro.
Ottó abrazó el cuerpo de Eva buscando un cierre traicionero, el cual, esta vez, se dejó desabrochar sin mayor complicación. La prenda cayó al suelo, y la turgencia y feminidad de Eva pudo observarse mientras apartaba a Otto de un empujón y colocaba las manos sobre su pecho. Notó como el vello pectoral del chico jugaba a las cosquillas con sus más pequeñas extremidades. Eva se acercó a Otto un poco más calmada, y pudo notar el aliento de ella en la oreja.

Eva pensó en decir algo, pero no le salían las palabras. Sólamente quería desenfreno y sexo. No podía pensar en otra cosa.
Se levantó del sofá, dejando a Otto libre para poder eliminar las prendas que quedaban y que tapaban sus piernas, y cuando se hubo desprendido de todo atisbo de ropa, extendió lévemente los brazos, y observó el cuerpo de Eva.

La chica pelirroja observaba sus propias caderas, mientras sus manos buscaban una cremallera que desabrocharía una minifalda no tan mini. Ésta cayó al suelo, dejando ver un escultural cuerpo adolescente, el cual se movía lentamente, mostrando unas caderas anchas pero proporcionales a la cintura. La cual si pudiera tener semejanza con un instrumento musical, este sería la Guitarra.
Cuando Eva sólamente tuvo como vestimenta unos calcetines altos de color negro, comenzó a avanzar hacia Otto mordiéndose el labio inferior, y dejando caer los párpados presa de su imaginación, y de lo que estaba por venir.

1 comentario:

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    me encanta. Ya tenía ganas de leer Eva :)

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